Estrellas del verano y cada vez más del invierno. Los helados son protagonistas de las sobremesas y de las calurosas tardes de verano para hidratarnos y refrescarnos… Y los podemos disfrutar en sus versiones más tradicionales pero también con innovadores sabores y… ¿a quién no le apetece probar nuevos sabores de vez en cuando?
El consumo de helados se incrementa notablemente en verano por razones obvias pero también porque su consumo en invierno está lleno de mitos. Seguro que alguna vez has escuchado que si tomas helados en invierno su frialdad hará que enfermes. ¡Nada más lejos de la realidad!
Incluso ante determinados problemas de salud algunos profesionales sanitarios recomiendan su consumo; especialmente para aliviar molestias en la garganta, ya que precisamente su frialdad ayuda a disminuir la inflamación, la irritación y a cicatrizar heridas. Además, algunos tipos de helados ayudan a contrarrestar el sabor metálico que pueden provocar algunos tratamientos médicos.
Pero como sucede con todos los alimentos, si lo consumimos en exceso, pueden no ser saludable. En este caso, por su elevado contenido en azúcares y por su aporte calórico.
El Libro Blanco del Helado, escrito por nutricionistas, desmiente que los helados por sí solos engorden, al igual que cualquier alimento por sí solo. Entre sus conclusiones podemos leer que: “el consumo de helados es un placer que nos podemos permitir siempre que lo situemos en sus límites razonables”.
El cardiólogo de la Universidad Tor Vergata de Roma, Valerio Sanguigni, ha patentado Powelinux, un helado beneficioso con sabores de cacao, avellana y té verde. La receta fue analizada con un estudio publicado en la revista científica Nutrition, según la cual el alto contenido en antioxidantes de la deliciosa mezcla promueve el bienestar cardiovascular y optimiza el rendimiento de los deportistas.
La ‘medicina del helado’ se probó en 14 personas de entre 20 y 38 años. Los voluntarios se sometieron a análisis de sangre antes y después de disfrutar de un cono de helado de 100 gramos, y luego realizaron un ejercicio en la bicicleta estática. Dos horas después del consumo, los valores de polifenoles en sangre aumentaron significativamente, al igual que el óxido nítrico, que mejora la microcirculación. Además, en la prueba física, los participantes lograron los mismos objetivos con menos esfuerzo cardíaco.
Esta investigación sitúa a los helados como una medicina natural gracias a antioxidantes como los frutos secos, las semillas de cacao y el té verde, que conservan mejor sus propiedades beneficiosas si se tratan a bajas temperaturas.