Sabemos que la alimentación tiene un papel fundamental en la prevención y control de enfermedades. En esta entrada del blog de Congelados Hiperxel vamos a hacer un breve repaso sobre alimentación y Parkinson, una enfermedad neurológica, progresiva y degenerativa, que afecta a una zona del cerebro llamada zona negra, produciendo una salientable disminución de dopamina. Las alteraciones que provoca el Parkinson en esta zona del cerebro generan dificultades en la coordinación de los movimientos y otros síntomas no menos importantes que afectan al desarrollo de una rutina diaria habitual.
Como ya hemos señalado en las primeras líneas, el Parkinson es una enfermedad degenerativa y progresiva, por lo que su tratamiento debe ser integral, no centrado exclusivamente en los tratamientos farmacológicos que son imprescindibles. Realizar cambios en los hábitos y rutinas diarias puede ayudar en el control de la enfermedad. En concreto, adoptar hábitos alimentarios saludables es quizás una de las partes más importantes en ese plan de tratamiento integral frente al Parkinson.
No podemos olvidar que esta clasificación es genérica y que cada persona es diferente y tienen unas necesidades distintas, por ello, ante un diagnóstico de Parkinson, lo recomendable es que neurólogos y dietistas nutricionistas trabajen de forma coordinada para establecer una dieta personalizada que contribuya al control de la enfermedad.
Pero más allá de la dieta personalizada, hay una serie de recomendaciones que deben seguirse casi siempre:
Los síntomas del Parkinson pueden varias según el paciente y según la etapa de la enfermedad. Los profesionales sanitarios deben establecer cuáles son las prioridades nutricionales del paciente según las manifestaciones de la enfermedad que afronta.
En las primeras etapas del Parkinson, debe hacerse énfasis en alimentarse lo mejor posible y tratar de mantener un peso saludable. A medida que la enfermedad avanza, puede ser necesario ajustar la dieta del paciente para manejar nuevos síntomas específicos conforme estos vayan surgiendo (tales como dificultades para tragar, efectos secundarios de los medicamentos, problemas digestivos y retos alimentarios).
Un estudio de la Chalmers University of Technology (Suecia) ha evidenciado la relación directa entre el consumo de pescado y una mejor salud neurológica a largo plazo. La citada investigación concluye que la parvalbúmina, una proteína que se encuentra en grandes cantidades en diferentes especies de peces, ayuda a prevenir la formación de ciertas estructuras proteicas estrechamente asociadas con la enfermedad de Parkinson.
El pescado se ha considerado de siempre un alimento saludable vinculado a la mejora de la salud cognitiva a largo plazo, asociando los ácidos grasos omega 3 y 6 como responsables de este beneficio, pero esta investigación supone un avance considerable.